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  Tips para la Cría del Mastín Napolitano
 

 

 

Sin lugar a dudas, para criar cualquier raza es necesario ante todo apreciarlos y quererlos. Es la condición esencial para aceptar los sacrificios que nos imponen al consagrar nuestro tiempo con placer, recompensada con la satisfacción de ver a nuestros cachorros crecer y jugar.

 

Las camadas suelen ser a menudo numerosas, una media de seis a ocho cachorros, algunas veces once o doce. Aconsejaría no dejar más de siete u ocho cachorros por camada a fin de dejar que la madre los pueda amamantar sin problemas.

 

La alimentación natural de la leche materna es completa, pero si tenemos camadas numerosas podemos adquirir productos lácticos especiales para cachorros. Es recomendable administrar la leche a una temperatura de 38 grados con las tetinas adecuadas. En ningún caso se les debe dar leche de vaca, puesto que puede provocar problemas gastrointestinales.

 

El problema de pérdidas es debido únicamente a las dimensiones y al peso de las hembras, que dado el caso de camadas numerosas son a menudo aplastados los cachorros.

 

Es aconsejable fabricarse una caja de madera (paridera) para evitar accidentes que asegurará la protección de los cachorros.

 

En una camada numerosa se deben seleccionar los cachorros entre los más robustos y eliminar los que tengan malformaciones o color del manto. En el Mastín Napolitano las malformaciones pueden ser a nivel de la cola (enrollada).

 

La cola se debe amputar un tercio (según el estándar) o un cuarto según la práctica actual. Una malformación que afecte al extremo de la cola no es grave, puesto que debe ser amputada. Al contrario –si es en la base-, pues debe ser el criador el que decida asumir el riesgo de criar un sujeto que será estéticamente penalizado.

 

Los cachorros abren los ojos aproximadamente a los diez días.

 

El peso del cachorro oscila entre 500 y 900 gramos. Depende del número de cachorros de la camada, de la edad de la madre y de la alimentación durante el embarazo.

 

El color del manto es gris (con todos los tonos posibles), marrón o negro. Todos los mantos pueden ser atigrados. Si aparecen en cualquier otra parte del cuerpo el cachorro es descalificado y excluido de la reproducción.

 

El período de crecimiento del perro se compone de cuatro fases en las que reacciona el comportamiento del sujeto.

 

Fase neonatal (de la primera a la segunda semana), en la que el cachorro mama y duerme.

 

Fase transitoria (de la segunda a la tercera semana). El cachorro empieza tímidamente a explorar al lado de la madre, manifestando actitudes afectuosas con los otros cachorros.

 

Fase de socialización (de la tercera a la décima semana): los cachorros duermen menos, juegan a explorar su entorno, empiezan a mordisquear. Es en este período cuando se instaura el proceso de socialización con el hombre y con otros perros y animales. Se llama "imprinting".

 

El "imprinting" juega un papel importante en el fenómeno de socialización: explica la importancia de frecuentes contactos entre el cachorro y el hombre en el curso de este período.

 

El período del "imprinting" acaba en el momento en que el animal siente la necesidad de su independencia y con la aparición de otros comportamientos, como el miedo.

 

Fase juvenil (de la décima semana a la edad de ocho-diez meses), caracterizada por la formación de jerarquías sociales y por la madurez sexual. Se observa también un aumento de la fuerza, pues el cachorro es consciente de ello.

 

Es importante seleccionar los cachorros que ofrezcan una osamenta voluminosa y fuerte. La piel deberá ser abundante y formar pliegues bien definidos en la cabeza. Es necesario tener en cuenta que las arrugas pueden disminuir, apareciendo entre el cuarto y noveno mes, acentuándose más adelante

 

 
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